martes, 24 de julio de 2012

Musicalizame


Canción de amor, de Karin Idelson, el miércoles en Matienzo.

Txt Casandra Scaroni


Pasa algo extraño en la relación del cine con las canciones. Como si fuera una especie de redención que le dan las imágenes, o de fuerza, que hace que ciertos temas que quizá no se escucharían en otro contexto, o que se han escuchado hasta el hartazgo no por propia elección sino por no poder escaparse de ellas, en la pantalla cobren otro sentido y emocionen de manera imprevista. Ejemplos sobran y por nombrar algunos cercanos en el tiempo se podría hablar de Historias extraordinarias de Mariano Llinás, con El gato en la oscuridad, de Roberto Carlos, o  de Aquel querido mes de agosto de Miguel Gomes y las canciones populares de Portugal que en Argentina se conocen  por los Pimpinela.

Karin Idelson parece saber bien todo esto y redobla la apuesta con Canción de amor,  al hacer una película en la que las únicas protagonistas son las canciones que, por motivos diversos, “nos sabemos todos”. Pero hay algo novedoso en la propuesta de Idelson, y es que la música elegida, romántica en su totalidad, no está puesta para acompañar ninguna historia de amor, sino que es como un compañero más de trabajo de aquellos que se encargan de ofrecer distintos servicios o entretenimientos. Así entonces se puede ver a una señora limpiando un bidé de una habitación de hotel mientras escucha una versión en español de Everything I do I do it for you de Bryan Adams, o a un taxista escuchando la radio. Aunque también, en muchos casos la música no es solo compañía, sino que es herramienta de trabajo, y ahí está el vendedor de mp3 en el subte haciendo sonar vagón por vagón Take my breath away, o el imitador de Elvis animando una cena.
El tono realista de Idelson  genera la sensación de espiar algunos de los momentos de aquellos a los que acompaña la música y de ser testigos de fragmentos de alegría genuina, como el baile en el club de jubilados al ritmo de Alcides y su “no la dejes ir no la dejes ir…”, pero también reconocer las situaciones cotidianas en las que una de esas canciones a las que se podría tildar de placer culposo irrumpen en un viaje en taxi o en una fiesta  y hacen el día un poco mejor.

Estrenada en el último Festival de Cine Independiente de Buenos Aires, la opera prima de la fotógrafa Karin Idelson se va a exhibir el miércoles 25 de julio en el Club Cultural Matienzo (Matienzo 2424) en el marco del ciclo Segunda Vuelta y es una buena oportunidad para quienes se la perdieron en el Bafici o para cualquiera que tenga ganas de salir cantando una que sabemos todos.




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