jueves, 29 de agosto de 2013

O mistério divino

Ciclo de cine portugués en el MALBA

Txt Casandra Scaroni 

Hace ya un par de años que el cine portugués tomó nueva fuerza y empezó a  dar que hablar, sobre todo desde que en el Bafici del 2009 se estrenó Aquel querido mes de agosto, esa película tan hermosa como inabarcable  de  Miguel Gomes. Pero  antes de que Gomes, y antes de que muchos otros como Paulo Rocha o Joao Cesar Monteiro  siempre estuvo Manoel de Oliveira que, grande en todos los sentidos ( tiene 104 años y estrenó su última película el año pasado) empezó a filmar hace más de setenta años y no para.



Quizás con la excusa de estrenar la última película de Oliveira, Gebo y la sombra, o quizás porque no hay necesidad de excusas cuando se trata de ver en pantalla grande algo de esos mundos fantásticos que solo los portugueses saben crear, el MALBA programó un ciclo de cine portugués que comienza este jueves 29 de agosto y que sigue hasta el 1 de septiembre.

Un programa doble, capaz de hacer que el mundo sea un poco mejor, es el del sábado 31, con el estreno de Gebo y la sombra y màs tarde con la trasnoche de Aquel querido mes de agosto. La película de Oliveira, basada en una obra de teatro de Raul Brandao, cuenta la historia de un padre de familia, Gebo, que vive con su mujer y su nuera a la espera del regreso de su hijo que se fue de la casa hace años y del que no tienen novedades. La espera, la rutina y la posibilidad de una vida distinta son el eje de los diálogos en Gebo. Y es que la de Oliveira es una película de palabras y de planos largos, y al mismo tiempo muy alejada del teatro. Es puro cine. Es en esa misma rutina de la que se queja la madre, en esa espera eterna que la mujer de Gebo lleva a cabo, haciendo y repitiendo las mismas acciones, donde Oliveira muestra que su cine está lleno de vida. Así como en su anterior película, El extraño caso de Angélica, donde el director mostraba esos desayunos en los que el protagonista, totalmente enajenado por su romance imposible con el fantasma de la Angélica del titulo, era inducido a tomar una taza de café por la dueña de la pensión en la que vivía, aquí también con cafés recalentados y galletitas de por medio la familia de Gebo y los vecinos que visitan y charlan sobre la honestidad y la ambición viven sus vidas llenas de monotonía, sí, pero también llenas de misterios y de sueños de los que parecen no ser del todo conscientes. 



La película de Miguel Gomes también es una película misteriosa. Mezcla de documental y de ficción, o de ficción dentro del documental de un pueblo perdido de Portugal, filma pedazos de la vida de los pueblerinos. Aquel querido mes de agosto, al igual que la película de Oliveira, muestra esos momentos en apariencia intrascendentes: cenas familiares, concursos de canto de canciones pop melódicas, un paseo en moto. Y  lo hace con la distancia de quién se sabe frente a algo imposible de asir. No vaya a ser cosa que Portugal revele su misterio.




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